Hay días en los que te apetece recordar a cierta
gente la importancia que tiene para ti ¿no crees? No importa si esa persona
despierta cada día al otro lado de tu cama, si hablas con ella los 86.400
segundos que tiene el día o si lo único que os separa son cinco milímetros,
porque, por un extraño motivo, sientes la necesidad de susurrárselo y al mismo
tiempo gritárselo porque quieres que lo sepa el mundo entero, pero, al fin y al
cabo, para ti, esa persona es el mundo.
Normalmente, esto sucede con las personas por las
que cruzarías cualquier océano a nado si tienes la cereza que en la orilla estará
esperándote. Este acto, para los necios incomprensible, solo lo harías por
aquellas personas que un día repararon tus heridas y poco a poco fueron diseñando tus nuevas alas alentándote
para verte volar lo más alto posible, porque lo único que quieren es ver el
brillo de la felicidad en tus ojos. Esas personas están a tu lado en tus risas,
en lágrimas, en tus incertezas, en tus fracasos… porque sí, todos sabemos que nunca te recordaron “que no se puede enseñar a un pez a trepar a un
árbol porque acabaría creyendo que es un inútil”, pero, sin embargo, deciden
cogerte la mano en cada uno de mis intentos kamikazes por cruzar al mundo de
Hogwarts por los muros que te encuentras en cualquier andén hasta que los
chichones se convierten en tu atuendo diario y, entonces, es cuando te recogen
a cada caída y te demuestran que no hay mago mejor que tú para hechizarme.
Hablo de esas personas que consiguen abrirte en canal y que apuestan sin
miedo a perder, porque, ¿qué vas a perder si con esas personas lo tienes
absolutamente todo? Y es que hablo de esos maremotos que, al mismo tiempo, son
un cielo sin nubes y de los que la única lágrima que causan es cuando curvan tu
sonrisa. Hablo de personas especiales, con magia, de esos de los que llegan a
tu vida y sabes que no van a irse.
Hablo de esas personas, pero, en especial de ti, pequeño porque existen
días que marcan tu vida y sé que hoy es un día de esos, pero, sin lugar a
dudas, quiero pasar cada uno de tus días a tu lado. Sí, todos incluyendo el de
las lágrimas, el de los fracasos…porque esos días son mucho mejores cogida de
tu mano. Llegaste a mi vida con la brisa marina y, lo mejor, te irás con el
último de nuestros suspiros porque esto es un “sí quiero” toda mi vida, querido
plan A, B… y todas las letras que aparecen en el abecedario, porque a tu lado
los malos momentos son un poco menos malos y los buenos son los mejores. Qué
haría yo sin ver esa magia en tus ojos cuando me miras o las pequeñas risas cada
vez que te tiras encima de mí devolviéndome la vida. Mi pequeño gigante, todos
mis planes están a tu lado, porque contigo las palabras sobran y sin ti las
palabras no es que falten; es que no consiguen llenar el vacío que tu dejas.
Ahora y siempre,
te quiero
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